Sansón y la política del PRI

En la Biblia aparece el relato de Sansón, un hombre sumamente astuto, y con fuerza sobrehumana gracias a su largo pelo. Dicho personaje era enemigo de los filisteos, quienes contrataron a una mujer para que averiguara el secreto de su fuerza. Dicha mujer, Dalila, logró sacarle el secreto a Sansón, y le cortó el pelo, dejándolo a merced de los filisteos, quienes lo capturaron, le sacaron los ojos y lo condenaron a mover la rueda de un molino.

Los filisteos pensaron que Sansón ya estaba derrotado, y dejaron que le creciera el pelo a Sansón, y en una ocasión estando reunidos sus líderes filisteos, lo llevaron al lugar en el que se encontraban para burlarse de él. Pero Sansón, astutamente, se ubicó entre las dos columnas que sostenían el techo del edificio, y al grito de ¡Muera Sansón con todos los filisteos!, lo derribó y los aplastó a todos.

El cuento sirve como fábula de lo que está ocurriendo en nuestro sistema político. Durante 70 años el PRI dominó nuestro País, hasta que sus rivales encontraron la manera de derrotarlo en las urnas. Así fue como Fox llegó al poder, con la promesa de convertir a México en una verdadera democracia. Sin embargo, el hecho es que Fox no supo, no pudo o no quiso transformar el régimen, y en vez de llevar a cabo las reformas que hubieran erradicado las maneras autoritarias y corruptas de manejar los asuntos públicos, llevó a cabo reformas menores que solo marginaron temporalmente a quienes se beneficiaban de esas maneras de gobernar, desde el PRI, dejando que ahora lo hicieran desde otros partidos.

Esto, más los malos resultados de Felipe Calderón, en particular en los temas del combate a la corrupción y de la seguridad pública y la paz social, abrieron la puerta para que el PRI recuperara la Presidencia. Peña Nieto ya había anunciado desde su campaña presidencial, que su objetivo era restaurar el régimen, volver a manejar el País de manera discrecional, a cambio de mantener el orden, y hasta simuló abrir las puertas a la sociedad civil, canalizando sus demandas a través de la plataforma del Gobierno Abierto.

Pero, como Peña Nieto no logró dar resultados, y la apertura a la ciudadanía parece estar resultando contraproducente, pues ha puesto en evidencia la corrupción de su gobierno y de sus aliados, además de que la inseguridad se ha incrementado a niveles que superan los del sexenio de Calderón, parece que Peña Nieto y el PRI están dispuestos a derribar nuestras instituciones junto con todo lo demás.

Van algunos ejemplos: El Sistema Nacional Anticorrupción está incompleto; la Fepade descabezada; la PGR persigue opositores, no delincuentes; el Inai está evidentemente infiltrado; el Tribunal Electoral juega a favor del PRI, como quedó claro en la elección del Gobernador en el Estado de México, además de su ilógico e ilegítimo apoyo a la candidatura presidencial de El Bronco; y el INE está desacreditado.

Todo esto parece apuntar a que el PRI quiere deslegitimar a las instituciones, especialmente a las electorales, probablemente para forzar un escenario en el que sea necesario anular la elección, tener tiempo de recuperarse, armar una estrategia de desacreditación de López Obrador, mediante otra campaña que suscite un miedo irracional, y posicionar a alguien que sí pueda ganar y continuar con la restauración del régimen.

Dicho escenario solo podría ocurrir si López Obrador gana por una diferencia menor a 7.5% con respecto al segundo lugar, por lo que es probable que la ilegítima inclusión de El Bronco en la boleta electoral sea una estrategia para reducir el margen de triunfo de López Obrador.

Columna publicada originalmente en El Diario NTR Guadalajara, el 12/04/2018.

Impunidad y complicidad

¿Qué tienen en común las diversas manifestaciones de violencia hacia las mujeres, las desapariciones forzadas, el escándalo de los Papeles de Panamá y la confesión del hacker colombiano que dice haber ayudado a hacer fraude en las elecciones del pasado 2012? La impunidad.

La impunidad es una situación en la que las acciones que resultan dañinas para otras personas quedan sin castigo y sin que se repare el daño. El problema con la impunidad es que tiene una relación directamente proporcional con la cantidad de delitos que se cometen, es decir, mientras mayor sea la impunidad mayor será la cantidad de delitos, y esto es por una cuestión de cálculo de probabilidades: una persona que solo piensa en su propio bienestar, y que se da cuenta de que la manera más rápida de incrementarlo es cometiendo delitos “calculará” la probabilidad de que la atrapen y que le impongan un castigo, y si esas probabilidades son muy bajas casi seguramente se decidirá a cometer el delito.

Un ejemplo concreto es el caso de Yucatán, en el que la probabilidad de que atrapen y metan a la cárcel al culpable de un asesinato es del 99%, por lo que en ese Estado prácticamente no se cometen asesinatos intencionales, y los asesinatos que se cometen son resultado de una acción irracional y son castigados.

En muchos casos la impunidad es fruto de la complicidad. Y los cómplices varían de acuerdo con el tipo de delito: en los casos de violencia hacia la mujer en el trasporte, la vía pública o las redes sociales la complicidad viene de una buena parte de la sociedad que o decide no intervenir, o por el contrario felicita y defiende a los agresores y aprovecha para volver a agredir a las mujeres, especialmente si se defienden y/o denuncian.

En el caso de las desapariciones forzadas en muchos casos es fácil suponer que hay impunidad porque las autoridades encargadas de la procuración de justicia están involucradas de algún modo en la desaparición, por lo que hacen todo lo posible para que no se investigue el asunto y no se resuelva. Es el caso de Ayotzinapa, y también el caso de Tlatlaya y de las numerosas denuncias de tortura y otros tipos de abuso de autoridad que continúan ocurriendo en nuestro país.

Los casos de evasión de impuestos y los fraudes electorales son otro tipo de delitos en los que es claro que las autoridades están involucradas y por lo mismo no quieren que se resuelvan.

De modo que la impunidad es fruto de la complicidad por un lado, pero sobre todo es fruto de la mala calidad de nuestra legislación. Es un lugar común afirmar que en México tenemos las mejores leyes del mundo, pero el problema es que no se aplican, y eso no es cierto, el hecho es que tenemos leyes mal hechas, diseñadas para propiciar la impunidad. Por eso son tan importantes iniciativas como la de la Ley #3de3, que pueden ayudar a abatir la impunidad. Les invito a sumarse a la presión a quienes integran el Senado de la República para que aprueben esa ley de origen ciudadano; en la dirección http://ley3de3.mx/ encontrarán los datos de contacto de todas las senadoras y senadores de México.

Publicado originalmente el 07/04/2016 en http://www.ntrguadalajara.com/post.php?id_nota=35266