Las agendas ciudadanas

Cuando afirmamos que una cierta situación es problemática, usualmente lo hacemos desde la perspectiva que nos dan el marco de valores que hemos adoptado para guiar nuestras decisiones. Es decir, para alguien que considera que es indispensable mantener una gran superficie arbolada en la ciudad será un problema cualquier acción que implique derribar árboles, mientras que para alguien que prefiere comercializar cualquier superficie que tenga a la mano con el mayor rendimiento posible, la existencia de árboles en un terreno se convierte en un problema.

Finalmente decidir que algo debe mantenerse como está o modificarse es una cuestión de perspectiva, pero claro que hay situaciones en las que las decisiones que toma una persona pueden afectar a otras personas, y por eso es necesario contar con mecanismos para discutir qué se debe hacer en esos casos, que son los que se van incorporando a lo que conocemos como la agenda pública.

Definir qué es lo que forma parte de la agenda es un asunto que implica valores, como ya lo comenté, pero también es un asunto de poder. De hecho, una buena forma de medir el poder de un actor social es su capacidad para impedir que algún asunto entre a la agenda pública, y por lo tanto no haya discusiones en torno a ese asunto.

Precisamente, por ser cuestión de poder, por muchos años en México definir el contenido de la agenda pública fue un asunto que estuvo a cargo de la clase política, y en particular de quienes tomaban las decisiones dentro del partido político dominante, y sus aliados. Y como quien decide cuáles son los problemas, también tiene la posibilidad de definir por qué lo son, y cuál es la mejor manera de resolverlos, todo lo referente a la atención de los problemas públicos se traducía en una dinámica que concentraba el poder en la clase política.

Es justo reconocer que, para una parte de la población, esta situación era relativamente cómoda, puesto que les dejaba tiempo y recursos libres para sus asuntos particulares, y les ahorraba compromisos y la necesidad de negociar con otros actores.

Sin embargo, diversas circunstancias provocaron un cambio de actitud en la población jalisciense: los daños provocados por el temblor de 1985 en el sur de Jalisco, las explosiones del 22 de abril, el asesinato del Cardenal Posadas, solo por mencionar algunas, hicieron que muchas personas se dieran cuenta de que era ilusorio pensar que el gobierno nos cuidaba, y que podíamos encargarle la gestión de los problemas públicos.

Como fruto de esa toma de conciencia, podemos ver que cada vez es más fácil encontrar eventos que agrupan a organizaciones de la sociedad civil, la iniciativa privada, medios de comunicación y la academia, que se reúnen al margen de la clase política, y que comienzan a plantear sus agendas ciudadanas, para conseguir que sus necesidades e intereses sean tomadas en cuenta por el resto de la sociedad, y motivar a otros actores para que movilicen sus recursos para tratar de resolver las situaciones que consideran problemáticas.

Es claro que la atención que cada agenda recibe depende del poder que cada agrupación puede gestionar, debido a ello se ha procurado el intercambio de puntos de vista, para procurar la articulación de esfuerzos, y aumentar la probabilidad de que esos asuntos reciban una atención adecuada. De hecho, la clase política cada vez tiene más claro que no tiene el monopolio de la agenda pública, y va atendiendo las demandas ciudadanas.

En ese sentido vale la pena revisar lo que se hizo esta semana en torno a #NuestrasMiradas2018 (http://www.tomala.mx/2018/), #FiscalíaQueSirvaJalisco (https://goo.gl/7Fqoa4), 11compromisos contra la corrupción (http://coparmex.org.mx/11-compromisos-contra-la-corrupcion/), y #FiscalíaQueSirva (https://contralacorrupcion.mx/iniciativa-ciudadana-fiscalia-independiente).

Publicado originalmente en El Diario NTR Guadalajara, el 14/06/2018.

Desastres y solidaridad

Usualmente, en las situaciones de desastre se manifiestan las verdaderas prioridades y valores de las personas e instituciones. De modo que, así como vemos a miles de personas aportando lo que sus capacidades y posibilidades les permiten para rescatar a personas atrapadas, o brindarle algún apoyo a quienes perdieron sus posesiones, así también ha habido quienes se han dedicado a asaltar y saquear, aprovechando el caos en el que están sumidas diversas zonas afectadas por los recientes terremotos que ocurrieron en nuestro país.

Este desastre nos ha permitido constatar que son muchísimas las formas en que se puede aportar al bien común: están las personas que directamente se meten entre los escombros para rescatar a personas y animales atrapados; quienes ayudan a la remoción de escombros; las que preparan alimentos y bebidas para quienes están llevando a cabo las labores de rescate; quienes acercan insumos o personas a los lugares donde son más necesarios; quienes comparten su propio espacio; quienes aportan alimentos, medicinas, etc. También quienes apoyaron con un recurso muy valioso en estas situaciones: la comunicación para ayudar a que las personas entraran en contacto con sus seres queridos, o para coordinar las acciones de rescate.

También diversas organizaciones han hecho su parte: universidades ofreciendo sus instalaciones como refugio, o capacitando a sus estudiantes para que apoyen en las labores de rescate; empresas aportando su maquinaria o equipo, o donando insumos requeridos para continuar con las labores de rescate.

Y eso si solo nos enfocamos en lo que están haciendo quienes se encuentran en las zonas afectadas por el sismo. A ellas habría que agregarles todas las personas que se han solidarizado desde otras partes del País y del mundo, y que se están organizando para apoyar con dinero o insumos, así como gobiernos estatales y municipales que han enviado a miembros de sus propios equipos capacitados para el rescate.

En fin, queda claro que estos desastres han sacado lo mejor de miles de personas, tal vez de millones, y esto ha sido más allá de las instituciones públicas. A diferencia de hace 32 años, esta vez no nos hemos quedado paralizados esperando que llegue la ayuda oficial a resolver nuestros problemas. Por el contrario, la gente se ha organizado espontáneamente, atendiendo las situaciones urgentes de la mejor manera posible, y la ayuda oficial ha contribuido para agilizar lo que ya se estaba haciendo.

Y como comentaba al principio, en esta situación la ciudadanía está revisando sus prioridades, y ha llegado a la conclusión de que financiar campañas electorales caras es un lujo que como nación no podemos darnos en este momento. De ahí que en diversas redes sociales esté cobrando fuerza la exigencia, a la que me he sumado, de que el presupuesto que se autorizó para los partidos políticos, el mayor de toda la historia de México, de acuerdo con el INE, se destine mejor a acrecentar el monto destinado a la operación del Fideicomiso Fondo de Desastres Naturales (Fonden).

Afirmo que la ciudadanía reconsideró sus prioridades porque al momento de estar escribiendo estas líneas (el 22 de septiembre de 2017, a las 16:00 hrs.) esas peticiones ya habían acumulado en conjunto más de cuatro millones trescientos mil firmas avalándolas. La respuesta oficial hasta el momento era un rotundo no, argumentando que por ley ese presupuesto, de casi 12 mil millones de pesos, sumando el federal y el de los Estados, solo puede gastarse en cuestiones electorales, lo que pone en evidencia cuáles son las prioridades de nuestra clase política.

Quienes deseen sumarse a la exigencia de disminuir el presupuesto de los partidos políticos, y aumentar el Fonden pueden hacerlo en alguna de estas direcciones:

Petición Canalizar los recursos de los partidos políticos a la reconstrucción de zonas afectadas, iniciada por Begoña Hernáiz:  https://goo.gl/j1VsUU

Petición Que el INE done el dinero destinado a partidos políticos, o que los partidos lo hagan, iniciada por Mahonry Efrain Mercado Rodriguez: https://goo.gl/ixA8CH

Petición Que el Instituto N. Electoral de México done los 7.000 millones a víctimas del terremoto, iniciada por Alfredo Aguirre: https://goo.gl/L8HNTT

Columna publicada originalmente en El Diario NTR Guadalajara el 21/09/2017